La Revolución de
1868 y del Sexenio Democrático
No será hasta la Revolución de 1868 y del
Sexenio Democrático cuando se emprenda el camino hacia corrientes renovadoras
en el campo de la educación, subrayando la obligatoriedad y gratuidad de la
enseñanza primaria desde los 6 a los 11 años y promoviendo un Proyecto de Ley
para dar fin al retroceso educativo y cultural de las clases populares. Pero
será una minoría intelectual, encabezada por D. Fernando de Castro y el grupo krausista,86 quién aborde y de respuesta a
las inquietudes pedagógicas que la revolución liberal y los nuevos aires
democráticos habían generado. “Los krausistas estaban convencidos de la
necesidad de una educación mucho más amplia que la tradicional, como parte
integral de su proceso modernizador de España, y difundieron la idea de que la
mujer tiene que recibir una educación más extensa, si se quiere que cumpla su
misión en la vida, lo que tuvo una gran trascendencia en la mejora de la
enseñanza en el ámbito femenino.”87 Y con este fin, el de la mejora en la educación de la mujer, los
krausistas inauguraron en 1869 las Conferencias Dominicales para la
Educación de la Mujer88 donde
tomarán parte destacados intelectuales y políticos de la época que
contribuyeron al desarrollo de la educación femenina. “Junto a un nuevo ciclo
de conferencias durante el curso 1869/70, dos instituciones nacen con fines
sólo didácticos y con el sexo femenino como destinatario único: la Escuela
de Institutrices, inaugurada el 1 de diciembre de 1869, y la Asociación
para la Enseñanza de la Mujer, surgida en 1870”89 para contribuir al fomento de la
educación e instrucción de la mujer en todas las esferas y condiciones de la
vida social. La primera fue
inaugurada por Fernando de
Castro90 y supervisada por doña Ramona
Aparicio,91 que entonces era la Directora
de la Escuela Normal de Maestras. De los objetivos de la segunda surgirán las Escuelas de Comercio en 1878 y
de Correos y Telégrafos en 1883, todos ellos de carácter privado y con alumnas
pertenecientes, en su mayoría, a la clase burguesa.
Ahora bien, la verdadera importancia de estas
Conferencias “radican en el hecho de ser el punto de arranque del primer
proyecto concreto y serio de la educación de la mujer que se concretará en 1871
en la fundación de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, y que
puede ser presentada como la única iniciativa privada, sin olvidar su intención
política, capaz de paliar la indiferencia oficial ante este tema y que parecía
haber entregado definitivamente a la iniciativa privada y religiosa, y a través
de cuya historia podemos plantearnos la evolución de esta élite intelectual que
llegó a proponer, quizás demasiado pronto, el tema de la coeducación, en el
Congreso Pedagógico de 1882. El objetivo de esta Asociación era contribuir a la
educación e instrucción de la mujer en todas las esferas y condiciones de la
vida, dando a las jóvenes los elementos indispensables de la cultura
intelectual, moral y social propia de la mujer, preparando a las que han de dedicarse a la enseñanza y
la educación. En un principio, la Asociación
al absorber la Escuela de Institutrices abrirá sus puertas no solo a
aquellas mujeres educadoras que ejercerán su trabajo en el ámbito particular de
las familias acomodadas sino también a aquellas mujeres, generalmente de buena
condición social, que sientan interés por ampliar o completar su cultura. Pero,
al obtener ciertas beneficios semioficiales, como por ejemplo recibir una
subvención del Gobierno y una ayuda del Municipio de Madrid o un subsidio de la
Real Sociedad Matritense o utilizar los mismos locales de la Escuela Normal de
Maestra, la Asociación superará los límites de la Institución, creando nuevas
escuelas que ofrecían por primera vez en España la posibilidad a la mujer de
preparase para un trabajo que transcendiera los limites del hogar. Así
surgirán: la Escuela de Comercio para Señoras, la Escuela de Correos y
Telégrafos, la Escuela de Idiomas, la Escuela de Cajistas de Imprenta y la
Escuela de Dibujo y Música. Y también fuera de los límites de la capital,
puesto que Valencia, Vitoria, Granada, Málaga y Barcelona serán nuevos focos de
esta iniciativa. Toda esta actividad no debe engañarnos, haciéndonos pensar que
el problema de la educación de la mujer se resolvió con estas iniciativas o con
otras posteriores de la I.L.E. (la Residencia de Señoritas, por ejemplo).
En primer lugar, si tenemos en cuenta el
Censo de la población de mujeres, que en 1870 parece alcanzar una cifra de
7.900.000, de las que sólo 716.000 sabían leer, las cifra de 259 alumnas que
llegó a tener la Escuela de Institutrices en
1881 (fecha de la llegada de los liberales al poder) es realmente
irrisoria. Y si además, tenemos en cuenta que la extracción social de estas
mujeres es la burguesía, que entendieron sus ideales de clase como ideales de
la humanidad, nos preguntaremos qué huella pudo dejar en la mujer castellana,
extremeña, asturiana, gallega o andaluza, la experiencia de estas mujeres de la
clase media e intelectual española. Tampoco debemos olvidar el carácter
elitista de la Escuela de Institutrices que exigía para el ingreso en ella
tener conocimientos de lectura, escritura, Gramática y Aritmética, lo cual
parece ciertamente difícil de lograr si gracias a la inercia oficial las tasas
de analfabetismo femenino alcanzaban el 80%. Y cuando estos datos empiezan a
remitir, la Escuela exige el Título de Maestra Superior, o superar un examen de
aptitud. Con esto no se
pretende restar importancia a la labor de los krausistas en el ámbito de la
pedagogía, pero si aclarar que su valoración estará siempre analizada desde la
ausencia de otras experiencias pedagógicas, lo cual puede restar objetividad, o
mejor dicho, contribuir a una supravaloración. Es decir, si tenemos en cuenta
el pobrísimo panorama de la educación en España, el abandono de la iniciativas
oficiales, la despreocupación de la población en general ante estos temas y
especialmente de todo lo relacionado con el saber y el conocimiento, y la
actitud de la Iglesia Católica ante la Ciencia, la filosofía krausista, la
I.L.E. con todas sus iniciativas, supone un gran acontecimiento y avance,
además de ser el primer proyecto pedagógico coherente. Pero, si llevamos a cabo
un análisis sincrónico debemos reconocer que para los krausistas, para la
Institución, la mujer no es un sujeto histórico, un individuo, porque no era ni
un ciudadano ni un trabajador, era sólo madre. En consecuencia, no lograron
analizar el modelo de mujer desprovisto de su función genética de la maternidad.”92
La Asociación para la
Enseñanza de la Mujer ofrecía la mejor y más completa educación que una
joven podía recibir, ampliando así el
abanico profesional que en aquellos años constituían las Escuelas Normales, el
cenit de los estudios femeninos. El ejemplo de Madrid fue secundado por
ciudades como Valencia que en 1885 estrenó una escuela de Comercio para
mujeres, Vitoria, Granada, Málaga y Barcelona. “Para dar a conocer sus logros y
servir de tribuna a cuestiones relacionadas con la educación de la mujer, la
Asociación contó incluso con una revista propia: Instrucción para la Mujer;
de carácter quincenal, el primer número ve la luz el 1 de marzo de 1882.”93 Poco a poco, la Asociación para la Enseñanza
de la Mujer iba ganando adeptos y apoyos como el mostrado por Segismundo Moret
en el Discurso pronunciado sobre la educación de las mujeres: “Y si en vez de
ser débiles, abandonadas, acostumbradas a ceder, acostumbradas a sufrir y a
seguir el impulso exterior, sin energía, sin acción, encontráis en vosotras
mismas la manera de desarrollar esa fuerza moral, entonces la instrucción y la
educación habrá hecho por vosotras y por nosotros un inmenso servicio, el más
grande que podéis esperar en esta vida.”94 El
movimiento krausista, en todo caso, "supuso un revulsivo para la cultura
española decimonónica que dormía el sueño de los justos, trasnochada y
anquilosada por culpa del escolasticismo dogmático y decadente, aportando unos
modos de total renovación, de frescura intelectual."95 Pero este avance de innovación y progreso,
aunque importante, no podía durar mucho en una sociedad, por un lado, tan
paternalista e indiferente al rol de la mujer96 y tan inestable políticamente, por otro.97
Concluido en 1874 el Sexenio, y con él sus
experiencias democráticas, dará comienzo una nueva etapa donde los krausistas,
al margen del estado, crearán la Institución Libre de Enseñanza. Tras el
fracaso de la I República “debilitada por la ineptitud política de sus cuadros
rectores; abatida por el peso de una guerra colonial, de una implacable guerra
civil en el norte, de una anarquía cantonalista en levante y en el sur; vencida
por la inercia de unas estructuras de poder que en el campo, en la
administración, en el Ejercito, en la Iglesia, en la conformación de la opinión
pública, han tendido siempre a ver en los distintos regímenes del Sexenio -la
revolución, la monarquía democrática, la república federal, la república
conservadora del 74- no más que las etapas de
una interinidad,”98
llegará el 29 de diciembre de 1874 la proclamación de rey de España a Alfonso
XII por el general Martínez Campos y dos días después quedará constituida la
Restauración bajo la presidencia de Canovas. “Más que una autentica
restauración, que hubiera significado una vuelta a la etapa anterior a la revolución,
el golpe de Estado de 1874 fue una corrección de la trayectoria seguida después
de 1868. Canovas completaba y perfeccionaba la obra iniciada por los Prim,
Sagasta y compañía. Y el propio Sagasta le ayudaría decisivamente en esta
tarea. Al fin y al cabo, revolucionarios de 1868 y restauradores de 1874 (ni
muy revolucionarios los unos, ni muy restauradores los otros) se sentaban
juntos en los consejos de administración de las mismas compañías y tenían unos
intereses comunes.”99
86.-
“Las doctrinas krausistas
fueron introducidas en España, por Julián Sanz del Río (1814-1869). En 1865 su Ideal
de la Humanidad para la vida era incluido en el índice de libros prohibidos
y cuatro años más tarde, la ceremonia
laica de su entierro civil produjo gran revuelo en los medios tradicionales. El
krausismo español no fue una escuela estrictamente filosófica, sino un complejo
movimiento intelectual, religioso y político que agrupó a la izquierda burguesa
liberal y propugnó la racionalización de la cultura española. Más que una
filosofía fue el krausismo español un estilo de vida que sustituyó los
supuestos tradicionales de la religiosidad española por una moral austera, el
cultivo de la ciencia y una religión semisecularizada. El krausismo influyó
extraordinariamente en los medios universitarios, y encontró una violenta
oposición en los ambientes tradicionales, dando lugar a diversas y memorables
polémicas y a las llamadas «cuestiones universitarias» con la separación de sus
cátedras de varios profesores. Es indudable la influencia del krausismo en la
redacción de la Constitución de 1869 y su reconocimiento de la libertad de
enseñanza. Figura estacada del krausismo será Fernando de Castro, Catedrático
de Historia y Rector de la Universidad Central, quién dedicará sus esfuerzos a
la educación de los niños, las mujeres y los pobres.” SÁNCHEZ ORTIZ DE URBINA,
Ricardo. Catedrático
del Instituto Femenino de Enseñanza Media de Oviedo. Enciclopedia de la Cultura
Española. Tomo 3. Editora Nacional. Madrid, 1966. Págs. 825-826.
87.- HARO HERNÁNDEZ, Teresa; GRIMAU MARTÍNEZ, Lola;
GALÁN RUBIO, Cristina; SAGARDÍA REDONDO, Marisa. Op.
Cit. Pág.
200.
88.- Las Conferencias Dominicales para la
Educación de la Mujer, celebradas en el recinto de la Universidad Central,
fueron inauguradas
con un discurso de Fernando de Castro el 21 de febrero de 1869; la relación de
disertaciones entre esta fecha y el 30 de mayo, cuando culmina el ciclo,
fueron: 1ª. Conferencia (21 de febrero): «Educación social de la mujer» por
José María Sanromá, catedrático del Conservatorio de Artes. 2ª. (28 de
febrero): «La Educación de la mujer por la Historia de otras mujeres», por Juan
de Dios Rada y Delgado, catedrático de la Escuela de Diplomática. 3ª. (7 de
marzo): «La Educación literaria de la mujer», por Francisco de Paula Canalejas,
profesor de Literatura española de la Universidad Central. 4ª. (14 de marzo):
«De la influencia del Cristianismo sobre la mujer, la familia y la sociedad»,
por Fernando Corradi. 5ª. (21 de marzo): «La Mujer y la Legislación castellana»,
por Rafael Mª de Labra, miembro de la Sociedad Abolicionista Española. 6ª. (28
de marzo): «La Higiene de la Mujer», por Santiago Casas, médico. 7ª. (4 de
abril): «Influencia de la madre sobre la vocación y profesión de los hijos»,
por Segismundo Moret, catedrático de Instituciones de Hacienda de la
Universidad Central. 8ª. (11 de abril): «Influencia del estudio de las Ciencias
Físicas en la educación de la mujer», por José Echegaray, ingeniero de caminos.
9ª (18 de abril): «Influencia de las Ciencias Económicas y Sociales en la
educación de la mujer», por Gabriel Rodríguez, profesor de la Escuela de
Ingenieros de Caminos. 10ª (25 de abril): «Algunas consideraciones generales
sobre el Matrimonio», por Florencio Álvarez-Ossorio, abogado. 11ª. (2 de mayo):
«Influencia de la Mujer en la Sociedad», por José Moreno Nieto, profesor de la
Facultad de Derecho de la Universidad Central. 12ª. (9 de mayo): «La Religión
en la conciencia y en la vida», por Tomás Tapia, profesor auxiliar de la
Universidad Central. 13ª (16 de mayo): «Educación conyugal de la Mujer», por el
P. Antonio M. García Blanco, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad Central. 14ª. (23 de mayo): «La misión de la mujer en la sociedad»,
por Francisco Pi y Margall. 15ª. (30 de mayo): Conferencia de Emilio Cautelar
sobre la Mujer a lo largo de la Historia. Por último, Fernando de Castro
clausura el ciclo de Conferencias Dominicales con un breve discurso. VÁZQUEZ
RAMIL, Raquel. La Institución Libre de Enseñanza y la Educación de la Mujer
en España: La Residencia de Señoritas (1915-1936). Tesis Doctoral leída en
la Universidad de Santiago de Compostela el 18 de Marzo de 1989. Premio
extraordinario de doctorado correspondiente al curso 1988-89 en la sección de
Historia. Págs. 24- 25. En
89.- CAPEL MARTÍNEZ, Rosa M.ª. La apertura del
horizonte femenino: Fernando de Castro y los congresos femeninos del siglo XIX
en VVAA. “Mujer y sociedad en España (1700-1975)”. Ministerio de Cultura.
Instituto de la Mujer. Madrid, 1986. Pág. 119.
90.- Siguiendo el deseo de
paliar el vacío cultural de la mujer, Fernando de Castro fundó el Ateneo
Artístico y Literario de Señoras en 1869, presidido por Faustina Sáez de Melgar
y en cuya Junta directiva se encontraba Concepción Arenal. FOLGUERA CRESPO,
Pilar. Revolución y Restauración. La emergencia de los primeros ideales
emancipadores (1868-1931). En GARRIDO GONZÁLEZ, Elisa; FOLGUERA CRESPO, Pilar;
ORTEGA LÓPEZ, Margarita y SEGURA GRAIÑO, Cristina. Op. Cit. Pág. 463.
91.-
Ramona Aparicio tras el levantamiento de Riego, con diecinueve años, demostró
precoces inquietudes pedagógicas abriendo una Escuela Lancasteriana en Madrid
en 1820. La marquesa de Campo Alange escribió sobre ella: “La señora
-todo el mundo la llamaba así, como a la reina- no faltaba jamás a clase y
estaba enteramente consagrada a la enseñanza de las jóvenes... Murió como vivió, calladamente, en 1879, sin
que ella ni nadie hubiera pensado en su jubilación. Tal era la mujer que
desempeñó el papel de primera maestra normal, antes que existiera el título. A
juzgar por lo que de ella sabemos, debió de poseer una clara inteligencia, un sentido
estricto del deber y una idea muy elevada de la misión ante la que sus méritos
y sus circunstancias la situaron. Nadie la había visto sonreír.”
92.-
HARO HERNÁNDEZ,
Teresa; GRIMAU MARTÍNEZ, Lola; GALÁN RUBIO, Cristina; SAGARDÍA REDONDO, Marisa.
Op. Cit. Págs.
326-327.
93.- VÁZQUEZ RAMIL, Raquel. Op.
cit.
94.- MORET PRENDERGAST, Segismundo. Sobre
la educación de las mujeres. Discurso pronunciado en la “Asociación para la
Enseñanza de la Mujer”. Madrid, 1879. Pág. 33.
95.- JIMÉNEZ GARCÍA, Antonio. El krausismo y la I.L.E. Editorial
Cincel. Madrid, 1981. Pág. 113.
96.- El Estado y la
sociedad seguían considerándola como una menor, e inhabilitándola para
cualquier profesión o cargo público. Y en las Cortes no las juzgaron siquiera
capaces de ejercer como subalternos de Correos y Telégrafos. Por otra parte,
los acontecimientos políticos y económicos no ejercían una presión similar en
favor de su emancipación, como en el resto de Europa. HARO HERNÁNDEZ, Teresa;
GRIMAU MARTÍNEZ, Lola; GALÁN RUBIO, Cristina; SAGARDÍA REDONDO, Marisa. Op. cit. Pág. 56.
97.-
En poco más de
dos años, desde la aprobación por las Cortes en noviembre de 1870 del reinado
de Amadeo I hasta su abdicación en febrero de 1873, tuvieron lugar, entre
otros, los sucesivos acontecimientos: asesinato de Prim, tres elecciones generales a Cortes,
seis gabinetes diferentes, la desaparición del partido progresista y el comienzo de la segunda guerra carlista
y, en el siguiente, el que transcurre desde el 11 de febrero de 1873 al 3 de
enero de 1874, se promulga la I República, se produce la insurrección cantonal
en Cartagena, se nombran dos presidentes -Salmerón el 18 de julio y Castelar el
17 de septiembre - y se produce el golpe de estado del general Pavía.
98.- JOVER ZAMORA, José
María, La época
de la restauración. Panorama político-social, 1875-1902. Tomo VIII.
“Revolución burguesa, oligarquía y constitucionalismo:1834-1923.” TUÑÓN DE
LARA, Manuel (Director). Editorial Labor. Barcelona, 1981. Pág. 278.
99.- FONTANA, Joseph. Cambio
económico y actitudes políticas en la España del siglo XIX. Ariel.
Barcelona, 1973. Pág. 141.